La escena de ir a buscarlo se repite siempre, por parte de el: la frente en alto, subido a un hermoso pedo.
Lo que no se repite es lo que pasa dentro del bar. Una vez llegamos y había armado una trinchera con mesas y sillas en el rincón mas alejado y estaba escondido detrás de las botellas, hasta había levantado los pies para que no lo viéramos, el vaso era una granada de mano, por poco me lo da en la cara y casi se va todo a la mierda.
No nos dejaron salir hasta pagar la cuenta, parece que no tenia un mango o capaz había considerado resignar alguna parte de su cuerpo , no se si tomó mucho, caro o fue una avivada del barman. En el camino se cruzaba de vereda en vereda y tanteaba los picaportes.
A las tres de la mañana no se si las casas se achican, pero que están blindadas, están blindadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario