la mariposa se convierte en oruga,
las hormigas viven solas,
la babosa es un caracol en situación de calle,
la flor del cardo nos hace creer que es una rosa.

jueves, 15 de marzo de 2012

Aquella noche me encontraba incomodo en todos lados, decidí salir a tomar aire. Sentía que algo se movía dentro mio, el animal pensé... 
No tuve mejor idea que tirarme al suelo con los perros y mirar el cielo nocturno. esto me llevo a reflexiones sobre nuestros ancestros y su arte de contemplar el cielo.
No me entraba en la cabeza como fue que perdimos esa costumbre, algo tan primitivo, tan nuestro. Ahora  nos conformáramos leyendo o escuchando el pronostico. 
Cuando vi a mi perro y su libertad, desnudo por todos lados, corriendo en bolas da acá para allá, haciendo lo que hace cada día sin saber que lo hizo ayer, pensé que su inconsciencia lo exime de la rutina. Cuando vi los ojos del perro, vi chispas, vi la vida, vi deseos realizados, vi el animal y su presente continuo. Pensé que el mundo era un perro, y que nosotros eramos la pulga del perro. 
  La tarde anterior me había quedado dando vueltas una idea parecida. Cada vez que veo un animal se me aparecen generalizaciones ridículas. Aquella tarde yo estaba bajo un árbol empuñando una honda, quería transferirle el veneno a alguien sin que me lleven preso. Mi postura era la de todo cazador, las rodillas flexionadas, cuidadoso y tenso mirando hacia la copa del árbol. Logre divisar cuatro gorriones formando un rombo, parecían estar inmersos en un ritual, me quede esperando una invitación, un guiño, quería estar con ellos, me sentía incomodo, indeciso... quería llamar la atención y a la vez no interrumpir el rito. 
Al rato, empuñe la honda y elegí al mas parecido a mi.